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jueves, 13 de mayo de 2010

ADN - PARTE 1

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
Hay que agregar que para probar el alcance de su teoría el equipo de Gariaev realizó experimentos modulando ciertos patrones de frecuencia ¡y consiguió reparar cromosomas dañados por rayos X! Tal y como explican Grazyna Fosar y Franz Bludorf en su libro Vernetzte Intelligenz -en el que se ocupan ampliamente de las investigaciones de Gariaev- llegaron incluso a capturar patrones de información de un ADN y lo implantaron en otro reprogramando así las células de éste. De esa manera consiguieron ¡transformar embriones de rana en embriones de salamandra! Insistimos: simplemente transmitiéndoles nuevos patrones de información del ADN. Un proceso que se realizó sin los efectos colaterales derivados de la manipulación directa de los genes.
Pues bien, los investigadores rusos están convencidos de que armonizando los sonidos que emitimos -es decir, palabras- en una determinada frecuencia se puede llegar a influir en el ADN. Ello quizás pudiera explicar los sensacionales descubrimientos del investigador japonés Masaru Emoto (vea el artículo La estructura del agua cambia con el sonido, las emociones y los pensamientos) quien ha demostrado -a través de experimentos repetibles y acompañados de gran cantidad de imágenes gráficas- cómo las palabras y la música son capaces de alterar la estructura molecular del agua. También podríamos entender mejor cómo el sonido de los cuencos de cuarzo puede curar el cáncer.
Recordemos también a este respecto que el doctor Mitchell L. Gaynor -director del Departamento de Medicina Oncológica e Integrativa del Centro Strang-Cornell para la prevención del cáncer de Nueva York- afirmó haber utilizado terapéuticamente con éxito el sonido obtenido en los cuencos de cuarzo en cientos de pacientes. Hablamos, en definitiva, de la posible explicación del poder de la Musicoterapia pero también de por qué funcionan las afirmaciones positivas, los mantras, las inducciones hipnóticas y, por supuesto, la oración.
Recordemos que desde hace miles de años los maestros espirituales vienen insistiendo en la posibilidad de alcanzar a través de la oración, la repetición sistemática de palabras o frases -mantras- o los estados alterados de conciencia la posibilidad de actuar sobre la propia salud y la de los demás. El problema es encontrar las frecuencias con las que entrar en resonancia con nuestro propio yo interior -¿nuestro propio ADN?- porque, tal y como han demostrado los mencionados científicos rusos, la vibración y el lenguaje en lugar del arcaico proceso de cortar y pegar puede llevar a triunfar a lo que podríamos denominar la genética de ondas. Ahora bien, ¿se pueden obtener las claves de tan especial "gramática"?

UNA ANTENA GIGANTE
Hay que decir que la base de todo este complejo proceso de intercambio de "textos" en forma de sonidos está, según comprobaron Gariaev y sus colegas mediante experimentos, en la naturaleza vibracional. Concretamente, el ADN se expresa -según los investigadores rusos- a través de ondas solitónicas, ondas que pueden almacenar información durante mucho tiempo y son capaces de propagarse sin deformarse a grandes distancias en medios no lineales.
Cuando hablamos de información pensemos que a diario las ondas de radio y televisión, por ejemplo, trasladan información de un lado a otro. Pero para hacernos una idea de la capacidad de las ondas solitónicas recordemos que ya en 1988 Thierry Georges y su equipo del Centro de Investigación y Desarrollo de France Telecom combinaron ondas solitónicas de diferentes longitudes para realizar una transmisión superior a un terabit por segundo (1.000.000.000. 000 bits / segundo).
"La mayoría -explica Gariaev- intenta entender los principios del ordenador biológico que es el ADN a través de una fijación exclusiva a las reglas del ADN de Watson, Crick y Chargaff: la igualdad entre las bases adenina-timina, guanina-citosina. ¡Y eso es correcto pero no suficiente! El ADN cromosómico en los sistemas vivos tiene atributos de onda que nos llevan a una dimensión desconocida. El 'muy conocido' código genético es tan sólo la parte del código referida a la síntesis de proteínas... y nada más. Pero los cromosomas trabajan como ordenadores solitónicos holográficos bajo la influencia de radiaciones láser endógenas del ADN".
Las consecuencias de todo esto son tan incomprensibles como simples y lógicas: si uno modula un láser con una determinada frecuencia puede afectar con ella la información de las ondas del ADN y, así, la información genética en sí misma.
Para ello el ADN funciona como una antena cuyas características técnicas vienen determinadas por su tamaño. La molécula extendida tiene alrededor de dos metros de larga y una frecuencia natural de 150 megahertzios. Curiosamente esta frecuencia está exactamente en la banda utilizada por el radar humano para las telecomunicaciones e ingeniería de microondas. Es decir, que nosotros usamos exactamente el mismo rango de frecuencia para recibir y emitir señales a nivel de ADN que en nuestra tecnología. Singular "coincidencia" .
Además el ADN puede también almacenar ondas armónicas de 150 megahertzios. Lo mismo que la luz visible. La 22 octava de 150 megahertzios queda directamente en este rango... y el color de esta radiación lumínica es el azul. ¿Será también una coincidencia que la radiación solar se descomponga en la atmósfera terrestre de tal manera que nosotros vivimos en un mundo con el cielo azul?
Es decir, el ADN -según las investigaciones científicas de los rusos- no sólo puede resultar afectado por la radiación electromagnética de forma dañina -algo que ya sabíamos- sino que también puede ser alterado en la dirección contraria con la radiación adecuada porque, en el fondo, para ello somos portadores de un microchip electrobiológico, un superconductor que toma la información electromagnética del ambiente, la almacena y posiblemente después de codificarla puede también emitirla. Este hecho abre posibilidades desconocidas hasta ahora para la medicina. Porque con los dispositivos adecuados, igual que ahora aplicamos corrientes electromagnéticas para ayudar a la recuperación de una lesión ósea o muscular... en el futuro podremos actuar sobre el metabolismo celular y desarrollar nuevas terapias contra las grandes enfermedades. Hasta la reparación de defectos genéticos sería posible sin los riesgos y los efectos secundarios de los procedimientos actuales.

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