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jueves, 13 de mayo de 2010

LAS PALABRAS PUEDEN MODIFICAR EL ADN

Tras estudiar a fondo el ADN un grupo de investigadores rusos formados por científicos de diversas especialidades -entre ellos genetistas y lingüistas- han llegado a la conclusión de que puede ser modificado mediante sonidos y frecuencias y, por tanto, ¡por las palabras! Los lingüistas rusos descubrieron que el código genético -especialmente en la parte menos estudiada hasta ahora- sigue las mismas reglas de todas las lenguas. El poder de la palabra sobre la salud, sostenido durante milenios por diversas corrientes de pensamiento, quedaría así confirmado.
Cortar y pegar genes. Ese es el futuro de la Medicina que a diario nos venden, un futuro en el que las enfermedades desaparecerán, los errores de la Naturaleza serán corregidos por la ingeniería genética y viviremos cada vez más años. Muy prometedor.. . Si no fuera porque a lo largo de la historia de la Medicina se nos han hecho promesas similares que nunca se han cumplido. Cortar y pegar: el mismo razonamiento que venimos aplicando en Occidente desde el Renacimiento, desde el mismo instante en que fuimos capaces de asomarnos al interior de un organismo y empezamos a pensar que el ser humano es como un mecano y, por tanto, pieza que no funciona debe ser arreglada o sustituida. Y así, por ese camino de cortar y pegar -o cortar y tirar cuando consideramos que la pieza no es imprescindible- hemos ido "avanzando" con sus luces y sus sombras. Y esa misma filosofía es la que nos ha llevado a tratar de estudiar nuestro ADN convirtiéndolo en un almacén de genes y clasificándolos según su "utilidad".
En suma, buscando la causa de la enfermedad la Medicina que conocemos ha ido desmontando el cuerpo humano pieza a pieza, órgano a órgano, tejido a tejido -como el niño que desmonta el juguete tratando de entenderlo- hasta llegar al interior de la célula donde nos hemos encontrado con los cromosomas, el ADN y los genes. Con lo que ya ha surgido toda una pléyade de superespecialistas que creen haber hallado ahí la solución a todos los males.
Claro que cuando se cansen de cortar los genes empezarán con las proteínas y después con las enzimas. Y así habrá más especialistas y más negocio para todos...
En definitiva -y sin dudar de la buena voluntad de la mayoría de los sostenedores de ese sistema-, lo peor es que un pesado mundo de silencios espesos, de intereses económicos y de fundamentalismos científicos -que en la Ciencia también los hay- han bloqueado casi todos los canales de información hasta hacer creer al ciudadano medio que esa es la mejor manera -la única, de hecho- de afrontar los retos que a diario se le plantean a la Medicina. Y eso es completamente falso.
Afortunadamente no todos los científicos comparten la filosofía del cortar y pegar genético ni la visión sobre el funcionamiento del ADN. Ni todos los médicos y científicos comparten la visión del organismo humano que la medicina occidental tiene y que -no lo olvidemos- continúa sin saber curar ninguna de las grandes enfermedades que nos amenazan. Lo que ocurre es que de tales científicos jamás se habla. Dicho esto agregaré que lo que en esta ocasión vamos a contarles puede parecer ciencia ficción pero se trata de estudios, experimentos y conclusiones de prestigiosos científicos rusos sobre nuestro ADN. Que no sólo permiten afrontar la investigación genética de manera completamente diferente sino que además pueden ser el primer paso para explicar muchos otros fenómenos con los que el hombre ha convivido sin explicarse como la telepatía, la clarividencia y otras facultades extrasensoriales. Y que también podrían explicar el poder de las inducciones hipnóticas capaces de modificar constantes biológicas, el poder de la oración o el de los mantras como creadores de estados alterados de conciencia y herramientas de emisión de frecuencias conscientes. Quizás incluso -¿por que no?- nos permita entender por fin por qué "en el Principio fue el Verbo (la Palabra)".

EL ADN: Un Bioordenador por ondas
Konstantin Korotkov, catedrático de la Universidad de San Petesburgo y diseñador de la cámara especial GDV (Gas Discharge Visualization) que permite visualizar el aura de un ser vivo e interactuar sobre ella para prevenir enfermedades contaba hace poco a nuestro compañero Fernando Sánchez Quintana que durante la guerra fría participó como científico en proyectos militares clasificados como "alto secreto". Uno de ellos consistía en enviar un enorme submarino nodriza hasta la costa de Estados Unidos que debería dejar caer desde el interior, antes de retirarse, otro submarino más pequeño con los motores y sistemas eléctricos apagados hasta que se posara, merced a su propio peso, en el fondo del océano. Allí debería esperar la eventualidad de que la guerra comenzara y lanzar entonces sus ojivas nucleares. Llegado el momento, el submarino recibiría una orden telepática que activaría el sistema de lanzamiento. Korotkov participó en aquel proyecto porque había inventado un sensor de agujas de wolframio capaz de medir la capacidad de una persona para comunicarse mentalmente. Según su testimonio, tras un año de pruebas el proyecto fue suspendido porque "sólo" se alcanzó un 95% de aciertos en las transmisiones telepáticas y eso era mucho dado el objetivo final. Los científicos rusos siempre han demostrado ser más prácticos y menos dogmáticos. Los demás que sigan discutiendo si existen o no ángeles: ellos los buscan.
Pues bien, algo similar ha hecho el biofísico y biólogo molecular Peter P. Gariaev y otros colegas suyos del Institute Control of Sciences Russian Academy of Sciences en Moscú.
Mientras los investigadores occidentales se centraban sólo en el 10% de nuestro ADN -la parte donde se localiza la producción de proteínas- ellos han buscado en el 90% restante porque no les resultaba creíble que millones de años de evolución hubieran hecho más importante la parte que el todo. Obviamente, sus experimentos ofrecen una visión absolutamente diferente del código genético y de la función del ADN. Así, su trabajo presenta a nuestro ADN como un bioordenador capaz de recoger y transmitir información de su entorno a través de ondas a partir de las cuales pueden modificarse los patrones de comportamiento de las células. Tal y como recogen Gariaev y sus colaboradores en The DNA-wave Biocomputer los experimentos llevados a cabo en Moscú en el Institute of Control Sciences, en Wave Genetics Inc., así como otros trabajos teóricos les han llevado a las siguientes conclusiones:
-La evolución ha creado en los biosistemas -organismos vivos- "textos genéticos" articulados de acuerdo a patrones semejantes al conjunto de normas y reglas subyacentes en todas las lenguas humanas en los que los nucleótidos del ADN, dotados de frecuencias cargadas de información, juegan el papel de caracteres. Y a partir de esos "textos genéticos" se van conformando los distintos procesos orgánicos, Siendo pues el ser humano, en definitiva, un "bello discurso" de la Naturaleza.
-El aparato cromosómico actúa como antena de recepción y transmisión de "textos genéticos", los descifra, los codifica y los reenvía.
-Y aun más, los cromosomas de los organismos multicelulares constituyen. en forma replegada. una puerta holográfica (capaz de reproducir la imagen de todo el organismo en cada una de su partes) abierta al espacio y al tiempo.

EL CÓDIGO GENÉTICO, NUESTRA PRIMERA LENGUA
Para su estudio del ADN, Gariaev -director del Instituto de Biología y Medicina por Ondas en Moscú y miembro de la Academia Rusa de Ciencias Naturales, de la Academia Rusa de Ingenierías y Medicina, y de la Academia de Ciencias de Nueva York- se rodeó de físicos del renombrado Instituto Lebedev: biólogos moleculares, biofísicos, genetistas, embriólogos y lingüistas. Y desde ese campo comenzaron a llegar las sorpresas...
Como se sabe, la Lingüística es la ciencia de la estructura de los idiomas. Investiga no sólo los idiomas naturales que se desarrollaron en las distintas naciones y culturas sino también los idiomas artificiales usados; por ejemplo, para programar los ordenadores. Bueno, pues a partir del estudio comparado de la semántica, la sintaxis, las bases de la gramática y otros aspectos del estudio de las lenguas con la configuración del código genético y la síntesis de proteínas llegaron a la conclusión de que éste comparte con nuestros idiomas las mismas reglas. No con los idiomas locales sino a un nivel más profundo donde todas las lenguas presentan estructuras comparables a la hora de unir caracteres para formar mensajes inteligibles. Una relación que puede que nos extrañe menos si ponemos en relación el lenguaje de los propios lingüistas con el de los biólogos y vemos que, por ejemplo, definen el fonema como la unidad mínima de una lengua que no se deja analizar en unidades más pequeñas (nucleótido) y cuya función se define a través de:
a) Su expresión. Que es la materialización de los mismos (el sonido vibracional, la onda)
b) Su forma. Que es el lugar que ocupan en el sistema (la cadena de ADN). Y,
c) Su contenido. Que será el papel que puedan desempeñar dentro de la economía gramatical de una lengua (la formación de determinadas proteínas en función de sus relaciones).
Y otro tanto ocurre cuando leemos que el valor de las piezas de una lengua reside en las relaciones que se establecen entre ellas (bases y tripletes en nuestro ADN).
Pues bien, los investigadores rusos han descubierto que la inteligencia subyacente en los procesos que dan lugar a una lengua se da ya en la interrelación y elección de compañeros para la síntesis de proteínas a nivel del ADN.
Si el ADN y el código genético existían ya antes de que los primeros humanos dijeran una sola palabra articulada es fácil deducir que cada lengua se desarrolló a partir del modelo básico existente en la estructura de nuestro código genético siendo éste la fuente de todas las lenguas. Esto no quiere decir que la capacidad de hablar sea sólo un efecto secundario de las proteínas elaboradas por algunos genes sino que el orden de los nucleótidos en el ADN sigue un plan inmaterial inteligente que ha sido imitado en la estructura de nuestros idiomas. "A través de una señal láser y sus campos electroacústicos solitónicos -podemos leer en The DNA-wave Biocomputer" - es como el gen 'lee y entiende' estos textos de manera similar al pensamiento humano. Pero a su propio nivel genómico de 'razonamiento' . Esto significa que los textos humanos (independientemente del idioma usado) y los textos 'genéticos' tienen características matemático-lingüísticas y entrópico-estadísticas similares, y donde en caso de los textos 'genéticos' los caracteres se identifican con los nucleótidos". En otras palabras, si el ADN entiende ciertas frecuencias entonces puede establecerse un tipo de intercambio de información con él.

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